GUÍA PARA ADOLESCENTES PARA COGER
GUÍA PARA ADOLESCENTES PARA COGER
La plenitud sexual del hombre se da entre los 15 y los 20 años. Eso quiere decir, amigo adolescente, que estás viviendo tu plenitud. Tu pene nunca será tan duro ni tu corazón tan vigoroso
¡¿Cómo que no sé?!, te preguntarás escandalizado. ¡Pero si sólo hay que meter el pene y apretar las tetas!
Ay, pobre idiota adolescente… Cierra un momento la pestaña de petiteteenager y escucha mis consejos de señor incipientemente viejo.
Es probable que a tu insolente edad creas que cualquiera vale para coger contigo, ¿verdad? Bien, pues eres un perfecto pendejo. Como descubrirás a lo largo de tu vida, sólo un mínimo porcentaje de tus parejas sexuales habrán resultado satisfactorias (1 de cada 10, según una contrastada media). Esto no tiene nada que ver con el tamaño de tu pene. Ni con el grosor. Ni con la presión ejercida en las tetas (que sepas que si aprietas mucho les duele).
Lo más probable es que tus primeras experiencias sexuales cumplan tus expectativas (vaciarte las pelotas y contarlo luego), pero como comprenderás con los años, el sexo puede ser mucho más que eso.
El sexo, tal y como tú lo practicas, no es muy diferente a una partida de tenis en el Wii Sports. Yo te estoy abriendo las puertas a una final de Wimbledon. Piensa en esa pasión. En esa elegancia. Porque coger, amigo adolescente, puede ser épico.
Hoy por hoy quizá te parezca que hacerle un dedo en el portal a la hija de la vecina ya es lo suficientemente épico. Créeme, no lo es. Te darás cuenta.
Ahora olvida todo lo que te he dicho y diviértete. Sal esta noche, mete tu pene en cualquier parte, cogete a cualquiera en el capó de un coche como si el mundo se acabara mañana. Pero piensa que también tú, idiota adolescente, te harás viejo.
Y un día, vete tú a saber porqué, te acordarás de aquellos polvos desastrosos. Y te dará vergüenza, y te preguntarás qué habrá sido de aquellas parejas sexuales, y cómo recordarán ellas aquellos encontronazos urgentes y vulgares.
Afortunadamente para ti, en seguida dejarás de pensar en eso. Porque tu cabeza, sin quererlo tú, se irá a aquella noche en que, cubierto de sudor, libraste aquella épica final de Wimbledon. Y cómo, al acabar, te abrazaste a tu adversario.
Fuente mimesacojea.com
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