Metrosexuales: cuando él se lookea más…
Metrosexuales: cuando él se lookea más…
Perfume importado, look digno de catálogo de modas y una tabla de lavar justito ahí donde están los abdominales. La que no fantaseó alguna vez con alguien así que se anime a tirar la primera piedra… Claro que ningún hombre viene del repollo con los músculos marcados y la sonrisa blanca como la nieve; detrás del aspecto diez puntos suele haber mucho trabajo.
Sí, chicas, ese modelo de la publicidad de calzoncillos que exhibe con orgullo su pecho lampiño y duro como una piedra visitó el centro de depilación antes de la sesión de fotos. Y si sacamos al modelo del póster y lo ponemos arriba de la camilla de depilación, los mismos pectorales quizá ya no desaten iguales suspiros. Porque no estamos acostumbradas a ver -sufrir- a un hombre ¡en el gabinete de la depiladora!
Pero, en realidad, se trata de una cuestión cultural. Los atributos que definían a un hombre hace un siglo no son los mismos que los de hoy. Nos encontramos en una época en la que afloran nuevas masculinidades, hombres que expresan características atribuidas habitualmente a las mujeres, pero que no por eso dejan de ser “bien machos”. Acá te contamos cómo convivir con uno de ellos y no morir en el intento.
Si es una cuestión sólo suya
Si eres de las que se mueren por una pizza, mientras que él prefiere ir al restaurante orgánico para cuidar su silueta, es evidente que las cosas se complican. Es algo así como si David Beckham dejara a Victoria Adams y te tuviera a tí en su lugar. ¡Tú!, que ni siquiera fuiste al gimnasio después de pagar esa membresía anual, que no sigues los dictámenes de la moda y todavía usas pantalones de cordero y porque son abrigados; justo tú, la que cuando escucha la palabra “crema” piensa en un merengue y nunca en un producto cosmético.
Es que las parejas disparejas son una figurita repetida. La ley de la física que asegura que los opuestos se atraen también se aplica en materia amorosa.
Las cuestiones prácticas influyen de igual forma; si en una pareja el baño ya es territorio de discusión por la tapa del wc que él no bajó y los pelos que tú pierdes cuando te lavas la cabeza, imaginate cómo se deben pelear por el espejo dos personas cuidadosas de su look al extremo. Ni que hablar por el botiquín: a ver quién ocupa más lugar con sus cosméticos.
Así como muchas mujeres disfrutan enormemente de tener un hombre impecable a su lado y lo viven con orgullo, otras se sienten amenazadas, disminuidas y expuestas. Todo depende de cómo se juegue en el vínculo ese valor que un miembro de la pareja profesa y el otro -supuestamente- no. La idea es que los dos puedan disfrutar de eso y que ninguna de las partes lo padezca: si vas a estar sufriendo porque todas miran a tu novio o porque tu pareja se arregla más que tú, mejor buscate otro. A esta altura, ya lo sabes: querer cambiarlo no tiene mucho sentido.
Cuando es una pasión compartida
Hasta acá, dentro de todo, vamos bien, los dos se ocupan de su apariencia física por igual; pero qué pasa cuándo él da un pasito más allá y se vuelve todavía más detallista que tú.
Supongamos que para cuidar tu físico caminás, pero no te gusta eso de matarte en el gimnasio como él hace y pretende que tú imites.
Ante esa situación, puedes responder de dos formas, todo depende de la estructura psíquica que tenga cada una. Las más sumisas accederán y terminarán haciendo más abdominales que Jane Fonda en los 80, y aquellas que tengan la autoestima más fuerte tendrán mayor margen de autonomía a la hora de decidir qué hacer.
Sea como fuere, lo que es realmente importante es sentirse cómoda con la elección y no someterse a designios que pueden ser caprichosos o autoritarios.
Además, quienes están pendientes de su apariencia suelen poseer otras virtudes femeninas, como la ternura y la sensibilidad. En general, son hombres con buena autoestima, que aceptan sus emociones y sentimientos, así que la próxima vez comprale la cremita con más alegría.
Comentarios
Publicar un comentario
Tu opinión: