LAS 11 PRÁCTICAS SEXUALES MÁS PERVERSAS EN TIEMPOS DEL IMPERIO ROMANO
LAS 11 PRÁCTICAS SEXUALES MÁS PERVERSAS EN TIEMPOS DEL IMPERIO ROMANO
¿Prostitución a tiempo parcial? ¿Expertos en sexo anal? Todo esto y mucho más en la lista definitiva de la depravación en la Antigua Roma
El Imperio romano fue una bacanal permanente. Todo era excesivo, excéntrico y decadente. El célebre gastrónomo Apicio llegó a alimentar a sus cerdos con higos secos y vino mezclado con miel para dar mejor sabor a sus carnes y el emperador Claudio Albino, esclavo de la gula, podía comerse hasta quinientos higos, un centenar de melocotones, diez melones, varias decenas de ostras y hasta dos kilos de uva solamente para desayunar.
La clases dirigentes del Imperio comían con desmesura. Pero también, y sobre todo, follaban como salvajes. Películas como “Calígula” y series como “Roma” y “Spartacus” nos han dado una idea de la lujuria que reinaba en la Antigua Roma, pero cómo sucede a menudo, la realidad supera la ficción.
Escritores como Suetonio, Plinio el Viejo o Dion Casio relataron las perversiones de los emperadores en sus libros, y ahora la web io9 ha tirado de esos textos para elaborar una lista con las 11 prácticas sexuales más enfermizas y retorcidas que llevaron a cabo durante sus mandatos. Puede que algunas sean fábulas inventadas por sus enemigos políticos. O puede que no.
Casarse con una sobrina
Los gustos sexuales del Emperador Claudio fueron extrañamente correctos para la alta nobleza de la época. Fue de los pocos que no mantuvo relaciones homosexuales ni tuvo tendencias pederastas. Aún así, según el relato de Suetonio, cometió incesto al casarse con Agripina, hija de su hermano Julio César Germánico. En su defensa cabe decidir que el matrimonio tuvo muchas más connotaciones políticas que sexuales.
Contratar expertos en sexo anal
Calígula y Nerón suelen llevarse los mayores galones en materia de perversión sexual, pero Tiberio fue, probablemente, el más enfermizo de todos. Durante su retiro en Capri contrataba a jóvenes de ambos sexos a los que nombraba “expertos en coitos desviados” y les obligaba a copular en filas de tres mientras él observaba. Lo mejor del caso es que las expensas de los “analistas” iban a cuenta del imperio.
El juego animal
Nerón era tan pervertido como creativo. Cansado de mancillar todas las partes de su cuerpo, Nerón ideó una nueva forma de juego. Vestido con la piel de un animal salvaje se lanzaba desde una jaula sobre las partes nobles de hombres y mujeres atados a un poste. Un vez satisfechos sus deseos, se entregaba a su liberto Doriforo, a quien servía de mujer. Una perla, vamos.
Follar con una hermana
Según Suetonio, Calígula “practicaba el incesto con todas sus hermanas y las hacía sentar consigo a la mesa en el mismo lecho, mientras su esposa ocupaba otro”. Su favorita era Drusila. Habían mantenido su primera relación siendo unos niños y, ya de mayores, se la arrebató a su marido para seguir disfrutándola. ¿Y el marido cornudo? Calló, claro. De lo contrario habría acabado muerto.
Parada, fonda… y sexo
Con tal de amenizar sus viajes, Nerón tuvo la idea de aderezar sus travesías por el río Tíber con una legión de prostitutas. La mecánica consistía en plantar cabinas cada ciertos kilómetros en las que prostitutas ejercían el papel de posaderas que le ofrecían hospitalidad desde la orilla. Un “área de descanso” en toda regla.
Follar con la propia madre
A Nerón la perversión le venía en los genes. Su propia madre le instruía a menudo en los placeres carnales ante la preocupación de los ciudadanos romanos, que temían que Agripina obtuviera un exceso de poder a raíz de tan enfermiza relación. Para rematar el círculo vicioso, Nerón acabó ordenando el asesinato de su progenitora. Ya sabes, cría cuervos y te sacarán los ojos.
Crear un Burdel Imperial
Además de un consumado pervertido, Calígula era un derrochador impenitente. Sus despilfarros llevaron a Roma a una profunda crisis económica y para intentar paliarla inventó toda clase de impuestos. Una de sus ideas recaudatorias más inverosímiles fue convertir su palacio en un inmenso burdel en el que ejercían, entre otras, algunas de sus hermanas y las mujeres de ciertos senadores. Así es, no sólo fornicaba con su hermana sino que le hacía de chulo.
Prostitución a tiempo parcial
¿Se imaginan a un político que para contribuir a la economía del gobierno ejerciera la prostitución en sus ratos libres? Eso hizo Heliogábalo, quien le robó la idea del burdel en la corte a Calígula pero mostró muchas más dotes para las finanzas que su ancestro. Era homosexual y ejerció el oficio con tal dedicación que presumía ante sus compañeros de palacio de ser el que más dinero recaudaba. Podía ser un depravado, pero es indiscutible que estaba comprometido con el presupuesto.
Convertir a un hombre en tu mujer
Nerón se enamoró del joven Esporo y quiso casarse con él. El problema es que los matrimonios entre hombres estaban prohibidos en Roma. Su decisión fue radical. Anticipándose de forma macabra a las operaciones de cambio de sexo, mandó castrar al joven. Cuando se recuperó de la intervención, le vistieron con ropas de su difunta esposa Popea Sabina y se celebró una boda por todo lo alto. Una vez casados, Nerón obligó a sus congéneres a que lo tratasen como la mujer del Emperador.
“Pececillos”
Tiberio no sólo organizaba orgías con adolescentes, sino que su retorcida mente le llevó a aunar dos de sus aficiones favoritas: el baño y los juegos sexuales con niños. Según Suetonio, “había adiestrado a niños de tierna edad, a los que llamaba pececillos, a que jugasen entre sus piernas en el baño, excitándole con la lengua y los dientes”
Sexo con bebés (ésto es la peor degeneracion de todas las épocas)
Si pensabas que los “pececillos” de Tiberio eran el colmo de la perversión ahora viene lo peor. También según Suetonio, el emperador era aficionado a que “bebés en lactancia se pusieran su miembro en la boca como si se tratase de un seno”. Madre de Dios.
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