Algunas posibles respuestas a las preguntas de Cuarón Por: Antonio de la Cuesta Colunga

Algunas posibles respuestas a las preguntas de Cuarón

Por: Antonio de la Cuesta Colunga
En su comunicado titulado “10 preguntas del ciudadano Alfonso Cuarón al presidente Enrique Peña Nieto”, publicado el lunes 28 de abril por distintos medios impresos y electrónicos, el ganador de diversos premios cinematográficos por su labor como director de la película Gravity emite una serie de cuestionamientos legítimos al titular del Ejecutivo federal respecto a los alcances y consecuencias de la aún inconclusa reforma energética. En la “exposición de motivos” de su decálogo de inquietudes, Cuarón recuerda –con el lujo de más de dos meses de retraso— las declaraciones del presidente Peña donde aseguraba que el cineasta no sólo no se encontraba informado sobre los contenidos de la reforma, sino que también habría comprado argumentos erróneos acerca del particular. Cuarón continúa esgrimiendo un reclamo, aderezado con una redacción entre la forzada candidez y la maltrecha corrección política, por medio del cual acusa a las autoridades, tanto al Ejecutivo como al Legislativo, de no haber compartido con él y con los mexicanos “elementos indispensables para entender ‘el alcance y sentido de las reformas’”.
Tal vez sea un problema de comunicación social de la Presidencia de la República (por supuesto, no tan aterradores como los de la administración pasada, plagada de “huevos sin cacarear”), o sea uno de los daños colaterales de no tener al Canal del Congreso en señal abierta de televisión y sólo contar con acceso libre vía Internet (claro, tan “libre” como pudiera ser la red en estos y otros días). Es de constar que el Ejecutivo federal ofreció una plétora de anuncios en medios electrónicos (éstos, los más socorridos por la ciudadanía, tanto para informarse como para desinformarse) en lo concerniente a sus expectativas positivas sobre el desarrollo nacional de aprobar la reforma energética. Del mismo modo, el Senado no tuvo uno, sino hasta dos foros formales de discusión: uno “oficial” (del cual la izquierda se levantó, eso sí, tras la intervención en tribuna del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas) y otro “alternativo” (celebrado en la antigua casona de Xicoténcatl, organizado por el PRD tras retirarse del primero, para endulzarse los oídos con una mayoría de especialistas opositores a la apertura, más o menos al estilo de como lo hicieron PRI y PAN en el recinto de Reforma con los expertos que la apoyaban). Las opiniones y argumentos técnicos, políticos, sociales, económicos y hasta chuscos abundaron. En realidad, si hubiera una memoria bien sistematizada de ambos eventos, el ciudadano en general –incluido Cuarón—tendría una herramienta a su alcance a fin de formarse un criterio informado. No obstante, sospecho que pocos –a lo mejor no incluido Cuarón—terminarían consultando a fondo dicho compendio.
En fin. Lo cierto es que las preguntas siguen siendo tan genéricas y repetitivas, como siempre que se ha planteado la apertura al gran tótem legendario en el cual México ha transfigurado a lo largo de las décadas su sector energético. Por supuesto que eso no les resta validez, pero tampoco origina vaticinios diferentes en cuanto a lo genérico y repetitivo que pudieran ser las respuestas emitidas desde el gobierno. Así, a continuación se aventuran algunas de las posibles soluciones a los cuestionamientos de Cuarón, suponiendo la ingestión de un hipotéticoveritaserum (Harry Potter saga dixit), por parte de la autoridad correspondiente:
1. ¿Cuándo bajarán los precios del gas, gasolina, combustóleo y energía eléctrica? ¿Qué otros beneficios tangibles se esperan de la Reforma? ¿Cuál es el cronograma de esos beneficios?
En el discurso promotor de la reforma energética, nunca se prometieron bajas al precio de la gasolina. De hecho, con el nuevo “impuesto verde” aprobado el año pasado (como parte de la reforma fiscal que votó un importante sector de la izquierda, a cambio de un seguro de desempleo que desangrará las subcuentas de vivienda de los trabajadores, y de una pensión universal que no garantizaría una vida digna a nadie), la gasolina continuará subiendo, incluso sin importar si el precio internacional disminuyese. Respecto a los beneficios tangibles de la reforma (incluyendo los presuntos decrementos en el precio del gas y la electricidad), éstos no se verán hasta que, digamos… ¡haya reforma! El contenido de la misma no está tanto en la Constitución, sino en la reglamentación de las modificaciones.

2. ¿Qué afectaciones específicas habrá al medio ambiente con prácticas de explotación masiva? ¿Qué medidas se tomarán para protegerlo y quién asumirá la responsabilidad en caso de derrames o desastres?
Depende de cada proyecto. Las medidas para proteger el medio ambiente las conoceremos en cuanto se definan las normas respectivas (a lo mejor un poco tarde para rescatar los mantos acuíferos, resucitar a determinadas especies animales y vegetales (ya ocurrió con El Chayo, entonces sí se puede), y reparar ciertas contingencias, aunque siempre haya el riesgo de echarle la culpa al Legislativo por la parálisis al actuar (entonces no se puede).

3. Los hidrocarburos son recursos no renovables y su impacto en el medio ambiente es enorme. ¿Existen planes para desarrollar tecnologías e infraestructuras de energía alternativa en nuestro país?
. Por ahí hay algo de eso.
 4. De la reforma aprobada derivarán contratos multimillonarios. En un país con un estado de derecho tan endeble (y muchas veces inexistente) como el nuestro, ¿cómo podrán evitarse fenómenos de corrupción a gran escala?
Igual que como se evitan hoy. Discrecionalmente y con oportunidad política.
 5. Las trasnacionales petroleras en el mundo tienen tanto poder como muchos gobiernos. ¿Qué medidas se tomarán para evitar que el proceso democrático de nuestro país quede atrapado por financiamientos ilícitos y otras presiones de los grandes intereses?
Ninguna. Las presiones de los grandes intereses son inevitables en cualquier parte del mundo.
 6. ¿Con qué herramientas regulatorias cuenta el gobierno mexicano para evitar que se impongan las prácticas de depredación que puedan cometer las empresas privadas que participarán en el sector?
Ninguna, porque la autonomía de los órganos reguladores en general es muy cuestionable (gracias a las leyes secundarias que los rigen, por cierto).
 7. ¿Cómo asegurar que la reforma incremente la productividad de Pemex si no se enfrenta el problema de la corrupción dentro del sindicato?
No se puede. Por eso hay que desmante…, digo, replantear la estructura del sindicato.
 8. Si Pemex aportó durante 70 años más de la mitad del presupuesto federal (con el que se construyó la infraestructura nacional, se sostuvo la educación y los servicios de salud gratuitos), ahora que el aporte del petróleo no irá directamente de Pemex a las arcas, ¿cómo se cubrirá dicho presupuesto?
Está por verse hasta cuándo PEMEX dejará de aportar ingresos al gobierno vía impuestos. Lo mismo se supone que aplicará para los consorcios extranjeros. Además, ya está planteada en el articulado transitorio de la reforma la creación de un fondo soberano del petróleo. De cómo operará, luego platicamos.
 9. ¿Cómo asegurar que las utilidades no se canalicen a la expansión de la burocracia sino que lleguen al propietario original de esos recursos, que es el pueblo mexicano?
¿Acaso la burocracia no es parte del pueblo mexicano?
 10. Dos experiencias desastrosas permanecen en la memoria de los mexicanos: la quiebra de 1982 (luego del dispendio, la ineptitud y la corrupción que caracterizó el manejo de la riqueza petrolera de los años 70) y las reformas discrecionales y opacas de tiempos de Salinas de Gortari, buenas para las manos privadas pero dudosas para los consumidores. ¿Qué nos garantiza que esas experiencias, que han ahondado los abismos sociales, no se repitan? Usted y su partido cargan con la responsabilidad histórica de estas reformas. ¿Cree realmente que el Estado mexicano tiene los instrumentos para llevarlas a cabo con eficacia, sentido social y transparencia?
El “dispendio, la ineptitud y la corrupción” de la administración de la renta petrolera no es exclusivo de la década de 1970. De hecho, la industria petrolera mexicana estaba en quiebra hacia finales del decenio anterior al que menciona. Por otro lado, explique usted a qué se refiere con “reformas discrecionales y opacas de tiempos de Salinas de Gortari”. El problema no estuvo en las reformas, sino en su implementación, efectivamente. Sin embargo, ¿qué respuesta espera usted del gobierno? ¿Un “no lo creo”? Y si le digo que “sí lo creo”, todavía le quedará mucho tiempo a la autoridad para desdecirse y evadir sus responsabilidades, tal como lo ha hecho tradicionalmente la clase política en México… y, en ocasiones, la sociedad en general. ¿Acaso piensa usted que el regreso del PRI a Los Pinos fue sólo debido a la mala evaluación del PAN en el gobierno? Ahora, si usted va a empezar a machacar con lo de la proclividad de muchos de intercambiar voto por monedero electrónico, eso, eso, eso, (parafraseando al “Chavo del Ocho”) es otra historia.
 * Antonio de la Cuesta Colunga es director de Análisis Político de @CIDAC

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