| Poemas José Emilio Pacheco |
Alguien te sigue a veces en silencio. Las cosas nunca dichas se transforman en actos. Atraviesas la noche en las manos del sueño, pero el otro, implacable, no te abandona: lucha contra la irrealidad, la falsa vida donde todo es ocaso. Frágil perseguidor que eres tú mismo, lo has obligado a ser, en guardia siempre, el minucioso espejo que no olvida. De Los elementos de la noche [1958-1962] |
I-12 Aquí te expandes, vida mortal, color de sangre, dicha de tenerte un instante que no vuelve. Tu reino es la ciudad de agua y aceite que flotan sin unirse. Su equilibrio es su feroz tensión. Y su combate se disfraza de paz y tregua alerta. I-15 No humillación ni llanto: rebeldía, insumiso clamor. Toma la antorcha. Prende fuego al desastre.
Y otra hoguera florezca, hienda el viento. Mediodía, presagio incandescente, inminencia total de vida y muerte. De El reposo del fuego [1963-1964] |
(fragmento) 7 (A los poetas que vendrán) Hay que ser implacables. (No tengan, pues, clemencia con mis errores.) Nuestra debilidad les dará la fuerza y acertarán en donde fracasamos. Pero una vez borrados (si nos recuerdan) ojalá piensen en que la perfección es para siempre ajena a todo intento humano De No me preguntes cómo pasa el tiempo [1964-1968] |
Allá en el fondo de la vieja infancia eran los árboles, el simulacro de río, la casa tras la huerta, el sol de viento, los años calcinados.
Un desierto que hoy se sigue llamando Tacubaya. Nada quedó. También en la memoria las ruinas dejan sitio a nuevas ruinas. |
Mi único tema es lo que ya no está. Sólo parezco hablar de lo perdido. Mi punzante estribillo es nunca más. Y sin embargo amo este cambio perpetuo, este variar segundo tras segundo, porque sin él lo que llamamos vida sería de piedra. Otros hagan aún el gran poema, los libros unitarios, las rotundas obras que sean espejo de armonía. A mí sólo me importa el testimonio del momento inasible, las palabras que dicta en su fluir el tiempo en vuelo. La poesía anhelada es como un diario en donde no hay proyecto ni medida. De Irás y no volverás [1969-1972] |
¿En dónde está lo que pasó y qué se hizo de tanta gente? A medida que avanza el tiempo vamos haciendo más desconocidos. De los amores no quedó ni una señal en la arboleda. Y los amigos siempre se van. Son viajeros en los andenes. Aunque uno existe para los demás (sin ellos es inexistente), tan sólo cuenta con la soledad para contarle todo y sacar cuentas. De Desde entonces [1975-1978] |
(fragmento) II-I Crece en el aire el polvo, llena los cielos. Se hace de tierra y de perpetua caída. Es lo único eterno. Sólo el polvo es indestructible. De Miro la tierra [1984-1986] |
Si vuelvo alguna vez por el camino andado no quiero hallar ni ruinas ni nostalgia. Lo mejor es creer que pasó todo como debía. Y al final me queda una sola certeza: haber vivido. |
Acércate y al oído te diré adiós. Gracias porque te conocí, porque acompañaste un inmenso minuto de la existencia. Todo se olvidará en poco tiempo. Nunca hubo nada y lo que fue nada tiene por tumba el espacio infinito de la nada. Pero no todo es nada, siempre queda algo. Quedarán unas horas, una ciudad, el brillo cada vez más lejano de este maltiempo. Acércate y al oído te diré adiós. Me voy pero me llevo estas horas. De Ciudad de la memoria [1986-1989] |
En la República de los Lobos En la República de los Lobos nos enseñaron a aullar. Pero nadie sabe si nuestro aullido es amenaza, queja, una forma de música incomprensible para quien no sea lobo; un desafío, una oración, un discurso, o un monólogo solipsista. |
Sólo es eterno el fuego que nos mira vivir. Sólo perdura la ceniza. Funda y fecunda la transformación, el incesante cambio que manda en todo. Sólo el cambio no cambia y su permanencia es nuestra finitud. De El silencio de la luna [1985-1996] |
La vida se me fue en abrir los ojos. Morí antes de darme cuenta. De La arena errante [1992-1998] |
Gracias, mil gracias, todo está muy bien. Celebro lo que hacen y lo agradezco. Me gustan mi laptop y mi laserprinter. Pero soy como soy y no son para mí poemas en pantalla ni a muchas voces ni con animaciones electrónicas. Me quedo (aunque sea el último) con el papel. La página no es, como se dice ahora, un soporte: es la casa y la carne del poema. Allí sucede aquel íntimo encuentro que hace de otras palabras tu mismo cuerpo y te vuelve uno solo con lo que dicen sus letras. |
Ya me encontré a mí mismo en una esquina del tiempo. No quise dirigirme la palabra, en venganza por todo lo que me he hecho con saña. Y me seguí de largo y me dejé hablando solo Ðcon gran resentimiento por supuesto. De Siglo pasado (Desenlace) [1999-2000] |
(fragmento) Entre tanta destrucción queda una parte edificante. En el zafarrancho general de la vida, en la guerra perpetua y la separación interminable, sobreviven, y nada puede ya borrarlos, el segundo de amor, el minuto de acuerdo, el instante de amistad. Basta para vivir agradecidos con esos nombres que no volveremos nunca a pronunciar. |
Concisión de la lluvia, soberanía del agua al caer en los árboles. Cuando todo se ha vuelto un poco añil la lluvia obliga al amanecer a prolongar su grisura. Es grato mirar el mundo cubierto por un velo que afirma su continuidad, la perduración de una vida en la que ya no estaremos. De La edad de las tinieblas [2009] |
Al nacer ocupamos el sitio de alguien y no damos las gracias a quien se ausenta para legarnos su inestable espacio. No sabemos ni cómo ni quién fue el ser desconocido, en dónde estuvo. Consideramos algo natural la extrañeza del mundo, su misterio, el castigo y el alivio de ser mortales, el terrible milagro de estar vivos. |
Al planeta como es no le hago falta. Proseguirá sin mí como antes pudo existir en mi ausencia. No me invitó a llegar y ahora me exige que me vaya en silencio. Nada le importa mi insignificancia. Salgo sobrando porque todo es suyo. |
Me arrepiento de todo lo que dije y de cuanto callé. Pido perdón al silencio. Lamento haber interrumpido la Nada. Dios que estás en el No bendice esta Nada de la que vengo y a la que regreso. |
El tiempo no es eterno. Acabará también como el Sol. Lástima de verdad no estar aquí para ver rencorosos la caída del intangible inmenso que nos hizo y con la misma naturalidad nos deshace. |
(fragmento) 2. Aduana “¿Qué traes?”, pregunta, con arrogancia de todopoderosa, la Muerte. Y le respondo humilde: “No traigo nada. Dejo atrás lo que tuve, como usted ordena.” |
El misterio que tú eres para mí y yo soy para ti y todos somos para todos... ¿Por qué actuamos así? ¿Por qué llegamos a este momento inexplicable (que es hoy y siempre)? Si supiera quién eres y quién soy, si supiese por qué eres y por qué soy, la vida perdería su intensidad lacerante. Dejaría de ser lo que es en verdad: el enigma sin fondo. |
Hoy vino a verme el que no fui: aquel otro ya para siempre inexistencia pura, ardid verbal para el hubiera sido, forma atenuada de decir no fue. Ahora lo entiendo: quien no fui ha triunfado, la realidad no lo manchó, no tuvo que adaptarse a la eterna sordidez, jamás capituló ni vendió su alma por una onza de supervivencia. El que no fui se fue como si nada. Ya nunca volverá, ya es imposible. El que se va no vuelve aunque regrese. De Como la lluvia [2001-2008] |
|
Comentarios
Publicar un comentario
Tu opinión: