El sexo oral y el Síndrome del Deseo Sexual Inhibido (DSI)
El sexo oral y el Síndrome del Deseo Sexual Inhibido (DSI)
El síndrome del Deseo Sexual Inhibido (DSI), o desinterés ante el sexo, se ha transformado en una epidemia que, según estudio avalados por el Congreso de Sexualidad Europea de Medicina Sexual, celebrado en Londres, afecta al 40 % de las mujeres y al 30 % de los hombres en países desarrollados. Según la opinión de diversos expertos, el problema no se relaciona con el funcionamiento sexual, sino con la mente. Y afecta a la primera de las fases del ciclo sexual, la del apetito sexual, que conduce a buscar una pareja o amante, a involucrarse, intercambiar estímulos y a excitarse mutuamente. Esta disfunción, carente fantasías y pensamientos de contenido erótico, produce a su vez un alto nivel de tensión que deriva en la inhibición del deseo.
El sexo oral puede ser una solución ante la falta de erección, por tener la libido baja, debido al Síndrome DSI. Al parecer puede ser una opción para abrir el camino que conducirá a una respuesta satisfactoria que, poco a poco, permita recuperar el apetito sexual. La libido disminuye por diferentes motivos. El estrés es uno de los más significativos por todo lo que conlleva. Entre otras cosas puede provocar una bajada hormonal que repercute en la producción de hormonas sexuales.
La pérdida circunstancial del deseo también obedece a factores como el insomnio, la depresión y los estados de irritabilidad. Es importante tener en cuenta que la disminución de la capacidad de erección del pene no es sinónimo de impotencia. No hay que renunciar a la sexualidad, por lo que conviene comunicarse con la amante y no obsesionarse con la penetración. Impulsar y animar a las relaciones no coitales como el sexo oral en un ambiente liberado de tensiones marcara el principio de la solución al problema. Si hace falta, tampoco hay que descartar la ayuda terapéutica.
A veces se juzga negativamente a una mujer porque toma la iniciativa en una relación sexual, no solo se pretende impedir que se comunique y participe de una forma activa, sino también interferir en su libre elección. Solo ella puede decidir si le gusta la felación o el cunnilingus, entre otras prácticas alternativas o complementarias a la relación sexual de penetración o coito.
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