Frases de Elie Wiesel

Frases de Elie Wiesel

¿Cómo se llora a seis millones de muertos? ¿Cuántas velas se encienden? ¿Cuántas plegarias se oran? ¿Sabemos cómo recordar a las víctimas, su soledad, su impotencia? Nos dejaron sin dejar rastro, y nosotros somos ese rastro. Contamos estas historias porque sabemos que no escuchar ni desear saber lleva a la indiferencia, y la indiferencia nunca es una respuesta.

El recuerdo tiene su propio idioma, su propia textura, su propia melodía secreta, su propia arqueología y sus propias limitaciones: también puede lastimarse, robarse y avergonzarse; pero depende de nosotros rescatarlo e impedir que se convierta en algo barato, trivial y estéril. Recordar significa dar una dimensión ética a todos los esfuerzos y las aspiraciones.
 ¿Ven aquella chimenea, allá? ¿La ven? ¿Ven las llamas? (Sí, veíamos las llamas) Allá, allá los llevaran. Ésa es su tumba. ¿Todavía no han comprendido? ¡Perros! ¿Ustedes no comprenden nada entonces? ¡Los van a incinerar! ¡Los van a calcinar! ¡Los van a reducir a cenizas! Su furor se volvió histérico. Nosotros nos quedamos inmóviles, petrificados. ¿Todo eso no era una pesadilla? ¿Una pesadilla inimaginable?

Tres días después de la liberación de Buchenwald, caí muy enfermo: una intoxicación. Fui transferido al hospital y pasé dos semanas entre la vida y la muerte. Un día pude levantarme, después de reunir todas mis fuerzas. Quise verme en el espejo que estaba colgado en la pared de enfrente. Desde el ghetto no había visto mi cara. En el fondo del espejo, un cadáver me contemplaba. Su mirada en mis ojos no me abandona más.

Sí, lo había visto, lo había visto con mis propios ojos, unas criaturas vivas entre las llamas...Me pellizqué la cara. ¿Seguía vivo? ¿Estaba despierto? No me lo podía creer. ¿Cómo era posible que quemasen hombres y niños y que el mundo callase? No, todo aquello no podía ser verdad. Era una pesadilla. Pronto me despertaría sobresaltado, con el corazón latiéndome a toda prisa, y volvería a encontrar mi cuarto de niño, mis libros...

"¡Más rápido, perros piojosos!". Ya no caminábamos, corríamos. Como autómatas. Los SS corrían también, con las armas en la mano. Parecía que huíamos de ellos. Noche cerrada. De vez en cuando estallaba una detonación en la oscuridad. Tenían orden de disparar sobre aquellos que no pudieran mantener el ritmo de la marcha. El dedo en el gatillo, no escatimaban los disparos. Si uno de nosotros se detenía un segundo, un disparo seco suprimía al perro piojoso.

Entre nosotros había algunos muchachos fuertes. Llevaban puñales consigo e incitaban a sus compañeros a arrojarse sobre los guardias armados. Un joven decía: que el mundo conozca la existencia de Auschwitz. Que la conozcan todos los que todavía pueden salvarse de venir aquí. Pero los más viejos imploraban a sus hijos que no hicieran tonterías. -No hay que perder la confianza, aunque la espada esté suspendida sobre nuestras cabezas. Así hablaban nuestros Sabios.

Comentarios

Entradas populares