“Ámate a ti mismo...' dice Buda.

El amor empieza contigo mismo, entonces puede continuar expandiéndose. Continúa expandiéndose por su propia cuenta; no necesitas hacer nada para expandirlo.

“Ámate a ti mismo...' dice Buda. Y entonces él agrega inmediatamente: '...y observa'. Eso es meditación, es el nombre de Buda para la meditación. Pero el primer requisito es que te ames a ti mismo, y después observa. Si no te amas y empiezas a observar, puedes sentirte como si estuvieras suicidándote.

Muchos budistas sienten que se están suicidando porque no prestan atención a la primera parte del sutra, saltan inmediatamente a la segunda: obsérvate a ti mismo. De hecho, nunca me he topado con un solo comentario en El Dhammapada, estos sutras del Buda, que haya prestado alguna atención a la primera parte: Ámate a ti mismo.

Sócrates dice: Conócete a ti mismo; Buda dice: Ámate a ti mismo. Y Buda es mucho más verdadero, porque a menos que te ames a ti mismo nunca te conocerás; el conocimiento solamente llega después, el amor prepara la tierra. El amor es la posibilidad de conocerse a uno mismo. El amor es la manera correcta de conocerse uno mismo.

“Ámate a ti mismo y observa... hoy, mañana, siempre.”

Crea energía amorosa a tu alrededor. Ama tu cuerpo y ama tu mente. Ama tu mecanismo entero, tu organismo entero. Amor quiere decir: acéptalo como es, no intentes reprimirlo. Reprimimos solamente cuando odiamos algo, reprimimos sólo cuando estamos en contra de algo. No reprimas, porque si reprimes ¿cómo vas a observar? No podemos mirar al enemigo a los ojos; podemos mirar solamente a los ojos de nuestro amado. Si no eres amante de ti mismo no podrás mirar tus propios ojos, tu propia cara, tu propia realidad.

Observar es meditación, el nombre de Buda para la meditación. Observar es la contraseña de Buda. Él dice: Permanece consciente, alerta, no seas inconsciente. No te comportes de manera somnolienta. No sigas funcionando como una máquina, como un robot. Así es como está funcionando la gente.

Observa, sólo observa. Buda no dice qué es lo que tiene que ser observado; ¡todo! Caminando, observa tu caminar. Comiendo, observa tu comer. Tomando una ducha, observa el agua, el agua fría cayendo sobre ti, el tacto del agua, la frescura, el temblor que pasa por tu columna, obsérvalo todo, “hoy, mañana, siempre”.

Finalmente llega el momento en que puedes observar incluso tu sueño. Ése es el momento cumbre del observar. El cuerpo va a dormir y todavía hay un vigilante despierto, mirando silenciosamente el cuerpo completamente dormido. Ése es el momento cumbre del observar. En este momento justo lo contrario es el caso: tu cuerpo está despierto pero tú estás dormido. Entonces estarás despierto y tu cuerpo estará dormido. El cuerpo necesita descanso pero tu conciencia no necesita sueño alguno. Tu conciencia es conciencia; es estar alerta, es su misma naturaleza.

Al volverte más observador, comienzas a tener alas; entonces todo el cielo es tuyo. El hombre es un encuentro de la tierra y el cielo, del cuerpo y el alma.
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