EL ORGASMO EXTENDIDO DEL SEXO MASCULINO
EL ORGASMO EXTENDIDO DEL SEXO MASCULINO
Es importante distinguir que Orgasmo y Eyaculación son dos cuestiones completamente distintas, aunque comúnmente ocurran al mismo tiempo
El hombre por naturaleza es un fecundador y por lo mismo, experimenta un deseo sexual constante que no depende de ciclos ni de edades. Para garantizar que los hombres busquen la perdurabilidad de su ADN, el propio organismo les provee de una recompensa inigualable: el orgasmo.
En este punto, es importante distinguir que Orgasmo y Eyaculación son dos cuestiones completamente distintas, aunque comúnmente ocurran al mismo tiempo. El primero es una sensación, y el segundo es la expulsión de semen.
Cada hombre puede experimentar el orgasmo común –por llamarlo de alguna manera- cuya duración es de entre 6 y 20 segundos. También existen orgasmos masculinos prolongados, y la duración de estos se extiende por arriba de un minuto. Ambos son muy disfrutables, pero las condiciones para lograr uno y otro suelen ser distintas.
El primero se alcanza con unos cuantos minutos de estimulación. El segundo, requiere de un proceso más extenso de excitación, para lograr que se acumulen las tres hormonas clave que intervienen en el orgasmo masculino: testosterona, dopamina y oxitocina.
A este último se le llama “Orgasmo Extendido”, y para conseguirlo hay que romper con un viejo paradigma: la idea de que el orgasmo es el objetivo de la relación sexual. Porque el orgasmo, es en realidad la sensación con que concluye el coito, y después de experimentarlo el hombre cae en una sensación de fatiga, que se llama Periodo Refractario.
Si la estimulación es corta, la acumulación de los químicos que el organismo produce para brindar placer sexual, es menor.
Existe lo que hoy comúnmente se denomina Sexo Tántrico. Esta práctica demanda que el hombre postergue su afán por eyacular. Es una invitación a disfrutar genuina e intensamente todo el proceso de excitación.
Comienza en las horas antes de que se concrete el encuentro. Un mensaje de texto perturbador; una llamada excitante; un video o imágenes eróticas de la persona con quien se van a compartir las sábanas más tarde; es suficiente para incendiar el principal motor de la sexualidad: el cerebro.
Un atuendo provocador, la plática estimulante, besar –mucho- sentir los labios de la mujer deseada. Todo preámbulo da paso al momento para deleitarse desnudando. Hacer que la vista goce con el cuerpo del otro.
Se pasa después a las caricias totalmente íntimas; el roce de muslos, labios; la invención –cada encuentro- de un vocabulario que detalle los deseos y comparta las sensaciones. Lenguaje fuerte, tierno, según lo pida la circunstancia.
Y se abre la puerta para el sexo oral sin prisas. Dejar que manen los fluidos, dejando los límites fuera de las cuatro paredes. Todo es flujo, ritmo. Aromas exquisitos. Néctares que empapan la cama.
La intensidad va tomando su lugar, cuando llega el momento de penetrar. Las acometidas se van haciendo más fuertes, sin dejar de alternarlas con penetraciones más suaves. Hay que eludir la monotonía, combinando posiciones y ritmos ilimitadamente.
Nada mejor para contener la eyaculación, que permitirle a la “droga sexual” hacer lo suyo. La mente escapa a paraísos inimaginables, cuando el placer sexual se acumula en cada músculo del cuerpo. El espasmo se riega por las sienes, los glúteos, los muslos, e impulsa cada vez con mayor fuerza a la cadera. Pero no se quiere terminar. Se desea prolongar al máximo ese momento. El tiempo desaparece.
Finalmente, llega el orgasmo como un intenso y sonoro relámpago, que atraviesa con quietud el cielo. Asusta -al principio- sentir que el orgasmo nunca va terminarse. Las piernas, los brazos, los dedos, el cuello, se tensan al máximo. Los espasmos son fuertes. Son muchos más que los 15 o 20 que se tienen comúnmente.
El sueño que llega después de un momento así, es increíblemente profundo. Sólo queda estrechar amorosamente a la pareja, y dormir.
Fuente masmedio.com
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